Debilidad manufacturera global presiona a México; nearshoring y tipo de cambio amortiguan el golpe

12:28 01/12/2025 - PesoMXN.com
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La actividad manufacturera volvió a enfriarse en las principales economías en noviembre, con contracciones en Estados Unidos, la zona euro, China y Japón en medio de una demanda interna débil y mayor incertidumbre comercial. Algunos focos de resiliencia se observaron en Reino Unido y partes del sudeste asiático, pero la tendencia predominante fue de menor producción, caída de pedidos y ajustes en el empleo. Para México, cuya industria está estrechamente acoplada a la de Estados Unidos a través del T-MEC, este entorno global plantea riesgos para las exportaciones y la inversión a corto plazo.

El enfriamiento en la manufactura estadounidense—principal destino de los bienes intermedios y finales mexicanos—suele transmitirse a la cadena de valor local, en particular a los segmentos automotriz, de equipo eléctrico-electrónico y de maquinaria. Históricamente, cuando los índices de gerentes de compras (PMI) en Estados Unidos se sitúan en zona de contracción, la producción manufacturera mexicana tiende a moderarse con rezagos de semanas a pocos meses. En este ciclo, el nearshoring ha contenido parte del impacto al sostener pedidos de largo plazo, pero no aísla por completo a la planta productiva nacional de una desaceleración externa.

En Europa, el deterioro del sector alemán, clave para la maquinaria y el equipo industrial, y la debilidad de la demanda en la zona euro añaden un sesgo bajista a los pedidos desde México hacia ese bloque. En Asia, la contracción en China y Japón mantiene el pulso de la manufactura global en tonos opacos, aunque Corea del Sur destacó por un repunte exportador de semiconductores. Para México, el reacomodo de cadenas por tensiones geopolíticas y arancelarias sigue abriendo ventanas, pero exige mayor contenido regional y reglas de origen estrictas bajo el T-MEC.

A nivel doméstico, los indicadores manufactureros de alta frecuencia han fluctuado alrededor del umbral de 50 puntos durante 2024, reflejando un entorno mixto: resiliencia en exportaciones automotrices y de equipo eléctrico, frente a debilidad en bienes sensibles al ciclo de Estados Unidos. El “superpeso” ha abaratado insumos importados y ayudado a contener costos, pero también ha comprimido los márgenes de exportadores y restado algo de competitividad-precio, en particular para pymes con menor poder de fijación.

En el frente laboral, el empleo manufacturero se ha mantenido relativamente firme en los estados del norte, aunque con presiones salariales asociadas a incrementos del salario mínimo y a la mayor demanda de técnicos especializados por el nearshoring. Estos costos, junto con tarifas eléctricas industriales, logística y seguros, obligan a revisar estructuras de precios y de abastecimiento. La capacidad instalada en parques industriales muestra ocupaciones elevadas, lo que subraya la urgencia de ampliar infraestructura eléctrica, hídrica y de transporte.

El potencial del nearshoring permanece como uno de los contrapesos más relevantes. Anuncios de inversión en sectores automotriz, electrónico, dispositivos médicos y centros de distribución apuntalan la demanda de naves y servicios industriales. No obstante, para materializar su pleno efecto se requiere reducir cuellos de botella en permisos, mejorar la confiabilidad del suministro energético y acelerar proyectos logísticos estratégicos. La certidumbre regulatoria y el cumplimiento de reglas laborales y ambientales del T-MEC serán determinantes de cara a la revisión del acuerdo en 2026.

En política monetaria, un Banco de México prudente frente a una inflación aún por encima del objetivo mantiene el costo del crédito elevado, lo que modera la inversión de corto plazo, sobre todo entre pymes manufacturas. Si la Reserva Federal inicia un ciclo de recortes más adelante, podría mejorar las condiciones financieras y aliviar al peso de episodios de volatilidad; sin embargo, un mayor enfriamiento de la demanda en Estados Unidos implicaría un lastre adicional para la producción mexicana.

De cara a 2025, el balance de riesgos para la industria nacional depende de tres vectores: el pulso de la manufactura estadounidense, la velocidad de ejecución de proyectos de infraestructura vinculados al nearshoring y la estabilidad macrofinanciera interna. Un tipo de cambio estable, disciplina fiscal y mejoras en logística y energía pueden hacer que México capture más contenido regional y amortigüe la debilidad externa. La clave será sostener la inversión y la productividad en un entorno global que sigue luciendo frágil.

En síntesis, la desaceleración manufacturera global condiciona el desempeño industrial de México, pero el reordenamiento de cadenas y la inversión orientada al nearshoring ofrecen un colchón parcial. Los próximos meses estarán marcados por la evolución de la demanda en Estados Unidos, la trayectoria de las tasas y la capacidad del país para resolver cuellos de botella que limitan la expansión productiva.

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