México capitaliza reacomodo comercial en Norteamérica ante tensiones entre Canadá y Estados Unidos

10:23 01/12/2025 - PesoMXN.com
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El mapa del comercio norteamericano dio un giro este año: en los primeros ocho meses, México se posicionó como el principal destino de las exportaciones de Estados Unidos. El ascenso no obedeció a un repunte de la demanda mexicana, sino a la reconfiguración provocada por la respuesta de Canadá a nuevos aranceles estadounidenses. La imposición de gravámenes por parte de Washington fue seguida por una estrategia de “aranceles espejo” y medidas de distinción de origen del lado canadiense, lo que redujo el flujo de bienes estadounidenses hacia ese mercado y abrió espacio para que México ganara terreno en las estadísticas estadounidenses.

Datos del periodo enero-agosto indican que Canadá aumentó 5% sus compras externas totales, señal de que su demanda interna se mantuvo firme, pero reorientó proveedores. Las autoridades canadienses retiraron productos importados de algunos anaqueles, reforzaron el etiquetado de origen e impulsaron campañas para privilegiar lo nacional. En agosto, cuando el volumen de importaciones procedentes de Estados Unidos tocó su nivel más bajo del año en Canadá, México ascendió a la primera posición como mercado de exportación para Washington. El movimiento vino acompañado por una contracción de 6% en las importaciones mexicanas desde Estados Unidos, de acuerdo con cifras del Banco de México, lo que subraya que se trató más de un efecto de desvío de comercio que de un boom de demanda interna mexicana.

La composición sectorial del ajuste en Canadá muestra retrocesos en compras de productos metálicos y no metálicos, energéticos y agropecuarios originarios de Estados Unidos. Ante ese hueco, países como México y China incrementaron participación. En paralelo, las fricciones bilaterales entre Ottawa y Washington se mantuvieron: el gobierno canadiense dejó vigentes aranceles espejo focalizados en mercancías que, a su juicio, no cumplen con disposiciones del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Las conversaciones quedaron en pausa desde el 24 de octubre, en un entorno politizado que añade ruido a las cadenas regionales.

Para México, el reacomodo tiene doble filo. Por un lado, refuerza su papel como socio esencial de Estados Unidos y se alinea con la tendencia de “nearshoring” que desde 2022 impulsa inversión en manufactura, logística y parques industriales en el norte, el Bajío y la frontera. Sectores como automotriz, autopartes, equipo eléctrico-electrónico y maquinaria mantienen una integración profunda con la demanda estadounidense. Por otro, el hecho de que las compras mexicanas a Estados Unidos se hayan reducido advierte que el dinamismo obedece menos a fortaleza del mercado interno y más a una reorientación de flujos externos.

El contexto macro en México ha sido de crecimiento moderado, con una inflación que ha mostrado tendencia a la baja frente a los picos de 2022 y una postura monetaria aún restrictiva para consolidar la desinflación. El peso se ha mantenido relativamente fuerte gracias a diferenciales de tasas, remesas elevadas y flujos de inversión, lo que abarata insumos importados pero también puede restar competitividad a algunas exportaciones. En este entorno, la continuidad del auge manufacturero dependerá de resolver cuellos de botella en energía, agua, permisos y cruces fronterizos, así como de ampliar la infraestructura logística.

El T-MEC seguirá siendo el marco de referencia. La próxima revisión del acuerdo en 2026 pone presión a los tres socios para atender pendientes en reglas de origen, cumplimiento laboral y temas energéticos. Para México, además de capitalizar el desvío de comercio, el reto es evitar que el país sea visto como plataforma de triangulación no autorizada de mercancías de terceros países. Un reforzamiento de aduanas, trazabilidad de insumos y cumplimiento regulatorio será clave para sostener la confianza de los inversionistas y de las autoridades comerciales de la región.

Hacia adelante, si las tensiones entre Canadá y Estados Unidos se prolongan, México podría conservar, al menos temporalmente, la posición ganada como destino de exportaciones estadounidenses. No obstante, la sostenibilidad de esa ventaja dependerá de la estabilidad del marco arancelario, la coordinación trilateral y la capacidad del país para absorber inversión productiva con costos competitivos y certidumbre regulatoria. En un entorno global volátil, diversificar mercados y profundizar la integración regional con reglas claras será determinante.

En síntesis, México se benefició de un desvío de comercio derivado de la tensión Canadá–Estados Unidos y consolidó su rol en la región sin un aumento paralelo de su demanda interna. La oportunidad es real, pero exigirá mejoras en logística, energía y facilitación comercial, además de disciplina macro y cumplimiento del T-MEC, para que el impulso no sea efímero.

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