Fracasa la OPA de BBVA sobre Sabadell; el grupo preserva capital y refuerza su enfoque en mercados clave como México

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de España informó que la oferta pública de adquisición hostil de BBVA sobre Banco Sabadell quedó sin efecto al registrar una aceptación de 25.33% del capital, por debajo del mínimo planteado por el oferente. Con ello, el intento de consolidación que habría dado lugar a uno de los mayores grupos bancarios de Europa se descarta, tras meses de tensiones entre las partes y la reticencia del gobierno español a una operación que, a su juicio, podía reducir competencia y afectar el empleo.
Para México, donde BBVA opera a través de BBVA México y concentra una parte sustancial de las utilidades del grupo, el desenlace implica continuidad operativa y estratégica. La filial mexicana —líder por activos, cartera y utilidades— mantiene sin cambios su plan de negocios, mientras que, a nivel corporativo, el capital que no se destinará a una integración compleja en España puede reorientarse a crecimiento orgánico, inversión tecnológica y, sujeto a autorizaciones regulatorias, eventuales distribuciones a accionistas. En términos prácticos, los clientes en México no deberían observar modificaciones en productos, canales o servicio derivadas de esta decisión.
Analistas habían advertido que la OPA enfrentaba obstáculos: la oposición del consejo de Sabadell, la presión política y la atomización de su base accionaria. Según la normativa española, niveles intermedios de aceptación habrían obligado a lanzar una segunda oferta. Al cerrarse la ventana, BBVA preserva flexibilidad financiera para profundizar su presencia en mercados donde ya tiene escala, entre ellos México y América Latina, regiones que han sido relevantes en la generación de resultados del grupo en los últimos años.
El contexto local ofrece oportunidades, pero también exige prudencia. La economía mexicana ha moderado su ritmo de crecimiento respecto a 2023, apoyada por la inversión vinculada al nearshoring, el consumo aún resiliente y el gasto público en infraestructura. La banca mantiene niveles de capital y liquidez holgados, con morosidad acotada, aunque se observa normalización del riesgo en segmentos de consumo tras el auge crediticio de los últimos trimestres. En paralelo, el ciclo de política monetaria de Banxico transita hacia una relajación gradual desde niveles altos, lo que podría reducir paulatinamente el costo del crédito, sin perder de vista la trayectoria de la inflación.
En este entorno, la preservación de capital por parte de BBVA podría traducirse en mayor capacidad para financiar proyectos productivos en México: cadenas de suministro que se reubican en el norte y el Bajío, ampliación de parques industriales, necesidades de capital de trabajo para pymes y, a medida que bajen las tasas, un eventual mayor dinamismo en hipotecas. También hay espacio para profundizar la digitalización —área en la que BBVA México ya ha ganado escala— mediante inversiones en ciberseguridad, analítica y experiencias móviles, lo que abona a la inclusión financiera y a la competencia en comisiones y precios.
La competencia en la banca mexicana seguirá marcada por los principales grupos de capital extranjero y local, además de actores digitales y especializados. La eventual reorganización de otros jugadores y la implementación de estándares de finanzas abiertas podrían reconfigurar nichos de mercado. Para los usuarios, la clave será una mayor oferta de productos, transparencia en costos y acceso a crédito en mejores condiciones, todo bajo la supervisión de la CNBV y la vigilancia macroprudencial de Banxico.
Otro factor a monitorear es el tipo de cambio. La fortaleza y volatilidad del peso frente al euro inciden en la conversión de resultados de la filial mexicana a los estados financieros del grupo. Un entorno de moneda local fuerte ha favorecido en el margen las métricas reportadas en Europa, pero también exige gestión activa de riesgos y coberturas, en especial ante eventuales episodios de aversión al riesgo global.
En síntesis, la caída de la OPA despeja incertidumbre para BBVA y deja intacta la operación mexicana, que seguirá siendo un pilar del grupo. La combinación de un ciclo monetario que podría volverse menos restrictivo, la inversión asociada al nearshoring y la solidez de capital del sistema bancario perfila un escenario constructivo, aunque con retos en inflación, competencia y calidad de cartera. La atención ahora se centra en cómo se redistribuirá el capital y en la capacidad de la banca para canalizarlo hacia proyectos que eleven productividad y crecimiento sostenido.