Escenario internacional tenso plantea retos y oportunidades para la economía mexicana

El reciente anuncio de nuevos aranceles por parte del gobierno de Estados Unidos a importaciones provenientes de India ha generado preocupación en los mercados internacionales y eleva las interrogantes acerca del futuro inmediato del comercio mundial. Esta medida, que implica un impuesto de 25% a los productos indios que ingresen a territorio estadounidense a partir del 1 de agosto, responde a la postura del presidente Donald Trump respecto a lo que considera barreras comerciales “altamente restrictivas” y un déficit comercial significativo con el país asiático. La imposición incluye además una penalidad adicional derivada de las relaciones comerciales de India con Rusia, especialmente en cuanto a la compra de equipo militar y petróleo.
Si bien la acción directa está dirigida contra India, sus efectos podrían sentirse en economías abiertas y exportadoras como la mexicana. En un entorno de tensiones comerciales crecientes, México se ha afianzado como un socio clave para el mercado estadounidense, fungiendo incluso como uno de los mayores proveedores de bienes a su vecino del norte tras las disrupciones de la pandemia. La guerra comercial entre Estados Unidos y otras economías, como China e India, puede abrir espacios para los exportadores mexicanos, particularmente en el sector manufacturero y agrícola.
No obstante, los expertos advierten que el endurecimiento de la política arancelaria estadounidense representa una señal de alerta para México, dada la alta dependencia de la economía nacional con respecto al mercado de Estados Unidos, que absorbe cerca del 80% de las exportaciones mexicanas. Un viraje proteccionista más amplio podría afectar a sectores sensibles, como la industria automotriz o electrónica, cuyo crecimiento ha estado vinculado a la integración norteamericana bajo el T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá). Además, la incertidumbre global y la volatilidad en los mercados pueden impactar en los flujos de inversión hacia México y en el tipo de cambio del peso frente al dólar.
Por otro lado, la coyuntura internacional también abre oportunidades. Conforme las cadenas de suministro buscan mayor resiliencia y cercanía a los mercados de consumo (“nearshoring”), México aparece como un destino atractivo para relocalizar procesos industriales, gracias a su proximidad geográfica y al andamiaje institucional del T-MEC. La llegada de inversiones en sectores estratégicos como semiconductores, autopartes y energías limpias podría reforzar el crecimiento económico en el mediano plazo, siempre que se mantengan condiciones de certeza jurídica y macroeconómica.
En este contexto, el entorno internacional se presenta desafiante para México, que debe navegar entre la oportunidad de captar nuevos flujos de comercio y la necesidad de diversificar sus mercados para reducir riesgos vinculados al proteccionismo emergente en Estados Unidos. La capacidad del país para adaptarse a escenarios cambiantes será clave para mantener la estabilidad y promover un desarrollo económico sostenido en los próximos años.
En conclusión, la escalada de tensiones comerciales internacionales como la anunciada entre Estados Unidos e India plantea nuevas oportunidades para México en el corto y mediano plazo, pero también subraya la importancia de diversificar exportaciones y fortalecer los fundamentos internos de la economía mexicana ante un mundo cada vez más volátil e interconectado.