Industria de semiconductores pide blindar el T-MEC; México ve oportunidad para afianzar pruebas y ensamble
La Semiconductor Industry Association (SIA) instó a preservar y fortalecer el T-MEC en la revisión de 2026, al advertir que ajustes mal calibrados pondrían en riesgo la integración productiva que hoy permite a América del Norte competir con Asia en la fabricación de semiconductores. El llamado subraya que la certidumbre regulatoria es determinante para proyectos con horizontes de inversión de varios años y equipos de cientos de millones de dólares. En este contexto, México juega un papel cada vez más visible en el eslabón de pruebas, ensamble y empaque, así como en manufacturas electrónicas que incorporan chips, un área estratégica para su agenda de nearshoring.
De acuerdo con la SIA, el ecosistema regional funciona como un circuito integrado: el diseño puede originarse en Canadá, el prototipado y pruebas en México y la manufactura avanzada en Estados Unidos, para terminar en bienes finales como autos, aeronaves o servidores. Esa sincronía depende de reglas claras en comercio, propiedad intelectual y flujos de datos. La industria pide mantener reglas de origen que reconozcan las particularidades de cada tipo de chip y actualizar el capítulo digital del T-MEC para resguardar la libre circulación de datos, incorporar estándares de ciberseguridad e integrar lineamientos sobre inteligencia artificial, elementos que hoy sostienen equipos de ingeniería distribuidos en múltiples husos horarios.
Para México, la discusión llega en un momento de tracción por la relocalización de cadenas. Clústeres como los de Jalisco (diseño y pruebas), Baja California y Chihuahua (ensamble y electrónica), así como Nuevo León y Sonora (proveeduría industrial y energía), han captado nuevas plantas y ampliaciones. El país ha instrumentado incentivos fiscales para inversiones productivas y programas de capacitación técnica, mientras que a nivel bilateral se han lanzado iniciativas de mapeo de la cadena y formación de talento bajo el Diálogo Económico de Alto Nivel. La proximidad con el mercado estadounidense, la base de ingenieros y los costos competitivos son ventajas, aunque persisten retos en infraestructura eléctrica, disponibilidad de agua y certidumbre regulatoria, especialmente relevantes para actividades intensivas en energía y con altos requerimientos de calidad.
El equilibrio comercial refleja esa interdependencia: Estados Unidos registra superávits en el comercio de semiconductores con México y Canadá, mientras la región enfrenta presiones competitivas de Asia. Hacia 2026, la industria pide reglas de origen específicas que faciliten integrar chips fabricados o probados en la zona a una mayor gama de productos finales ensamblados en Norteamérica. En paralelo, advierte sobre el riesgo de triangulación de componentes sensibles por parte de terceros países, por lo que sugiere fortalecer los mecanismos de revisión de inversiones, la coordinación en seguridad económica y los controles aduaneros para proteger la cadena sin frenar el flujo legítimo de comercio e innovación.
La dimensión digital es otro pilar. La libre transferencia transfronteriza de datos ha permitido que equipos en México colaboren en tiempo real con centros de diseño en Estados Unidos y Canadá. Cualquier restricción, impuestos o exigencias de localización de datos elevarían costos y tiempos en un sector donde un solo proyecto implica miles de iteraciones de información. La SIA propone ampliar salvaguardas de propiedad intelectual y mantener sanciones efectivas contra el robo de secretos industriales o la divulgación forzada de código, condiciones que sostienen la ventaja tecnológica y reducen riesgos de fuga de valor añadido.
El telón de fondo es más amplio: el realineamiento geopolítico, los controles a la exportación de tecnología y la reconfiguración arancelaria global incrementan la complejidad operativa. Para México, capitalizar el nearshoring en semiconductores implica acelerar permisos, reforzar el Estado de derecho y asegurar energía suficiente y competitiva —incluida la transición a fuentes limpias demandada por grandes fabricantes—, además de profundizar la formación técnica en procesos de pruebas avanzadas, metrología y calidad. La certidumbre del T-MEC es un ancla para decisiones de largo plazo, pero la ejecución doméstica será lo que determine cuánto del valor agregado se capture localmente.
En síntesis, la industria de chips pide preservar la arquitectura del T-MEC y actualizar sus capítulos más sensibles —origen y digital— para consolidar la competitividad regional. México tiene espacio para escalar su rol en pruebas y ensamble si acompaña con infraestructura, talento y seguridad jurídica. La revisión de 2026 luce como una ventana clave: el resultado definirá la profundidad del anclaje productivo norteamericano en semiconductores y la capacidad de la región para resistir choques externos sin perder dinamismo.





