Banxico mantiene sesgo alcista en inflación y abre debate interno sobre el ritmo de recortes
Los integrantes de la Junta de Gobierno del Banco de México advirtieron que el balance de riesgos para la inflación permanece inclinado al alza, con especial foco en la persistencia de los servicios. De acuerdo con las minutas más recientes de política monetaria, hubo posturas encontradas sobre la velocidad a la que podría ceder la inflación de servicios: mientras algunos ven espacio para una moderación en un entorno de menor dinamismo, otros subrayan que la resistencia de ciertos componentes, particularmente ligados a alimentos consumidos fuera del hogar, limita el margen de alivio.
En su última decisión, el banco central recortó la tasa de referencia en 25 puntos base, a 7.25%, su nivel más bajo desde mayo de 2022. Aun así, la inflación subyacente —que excluye los precios más volátiles— se ubicó en 4.28% anual en octubre, por encima del objetivo de 3% ±1 punto. Con este telón de fondo, en el mercado se especula con la posibilidad de otro ajuste en diciembre, aunque la discusión interna muestra cautela ante el riesgo de relajar condiciones financieras antes de que el descenso de precios sea más firme.
El subgobernador Jonathan Heath votó por mantener la tasa en 7.5%, al argumentar que la subyacente aún se sitúa por arriba de niveles compatibles con la meta. A su juicio, una relajación prematura podría enviar señales de complacencia y desanclar expectativas, además de tener efectos regresivos en los hogares de menores ingresos, quienes resienten con mayor intensidad los repuntes de precios. Heath reiteró que la meta no es solo permanecer dentro del rango de variabilidad, sino converger de forma sostenida al 3% puntual.
Entre los riesgos identificados, la Junta destacó el impacto del ajuste al IEPS en bebidas azucaradas, que para algunos miembros sería de una sola vez en el rubro de alimentos, mientras otros pidieron vigilar posibles efectos indirectos que se filtren a la inflación subyacente. También se mencionó la posibilidad de presiones en mercancías ante el repunte de la inflación de bienes en Estados Unidos asociado a cambios en la política comercial, así como el efecto de un nuevo incremento al salario mínimo sobre costos y precios. En el corto plazo, la estacionalidad de inicios de año —la llamada “cuesta de enero”— podría acentuar presiones transitorias en algunos servicios.
El contexto doméstico añade matices: el consumo privado se ha mostrado relativamente resiliente, apuntalado por empleo formal y aumentos salariales, mientras que la inversión ligada al nearshoring sostiene la construcción no residencial y la demanda de servicios logísticos. Sin embargo, la volatilidad cambiaria reciente y la lenta normalización de algunos insumos podrían trasladarse con rezagos a precios. La administración de tarifas públicas y energéticos, junto con la trayectoria del tipo de cambio, seguirá siendo un factor a monitorear para estimar la velocidad de convergencia de la inflación.
Hacia adelante, la guía del banco es prudente: el ciclo de recortes sería gradual y dependiente de los datos, condicionado a la confirmación de una tendencia desinflacionaria en servicios, a la evolución de la masa salarial y a que las expectativas a 1 y 3 años continúen cediendo. La postura de la Reserva Federal y las condiciones financieras globales también jugarán un papel en el margen de maniobra de Banxico, en un entorno donde la credibilidad del ancla nominal sigue siendo el principal activo de la política monetaria.
Para hogares y empresas, la lectura es mixta. Una tasa de referencia más baja, si se consolida, podría abaratar gradualmente el costo del crédito de consumo e hipotecario y aliviar el financiamiento de capital de trabajo, en particular para pequeñas y medianas empresas. No obstante, una reducción acelerada con inflación todavía resistente implicaría el riesgo de reavivar presiones de precios, retrasando la convergencia a la meta y encareciendo, a la postre, el costo del ajuste.
En suma, Banxico reconoce avances en la desinflación, pero subraya que la parte “difícil” —los servicios— aún no está resuelta. La combinación de efectos fiscales puntuales, salarios, entorno externo y estacionalidad sugiere que los recortes continuarán siendo prudentes y condicionados. La clave será mantener ancladas las expectativas mientras la economía desacelera de forma ordenada y sin sacrificar la meta de 3% a mediano plazo.





