México reduce inversión pública en infraestructura a un año del Mundial 2026
A un año de que México reciba junto a Estados Unidos y Canadá la Copa Mundial de la FIFA 2026, indicadores recientes muestran una significativa reducción en la inversión pública federal destinada a infraestructura. De acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el gasto en inversión física durante el primer cuatrimestre de 2025 registró una caída del 19%, tras haber experimentado un crecimiento notable de 27.6% en el mismo periodo de 2024. Esta disminución marca el descenso más pronunciado en inversión física desde enero-abril de 2019, cuando la contracción fue de 16.8%.
Expertos en finanzas públicas vinculan esta tendencia a dos factores principales. Por un lado, el énfasis del último año del gobierno de Andrés Manuel López Obrador en concluir proyectos emblemáticos, como el Tren Maya y la refinería Dos Bocas, dirigió considerables recursos hacia estos desarrollos. Por otro, la administración de la presidenta electa Claudia Sheinbaum actualmente atraviesa una fase de planeación y licitación de nuevas grandes obras ferroviarias y energéticas, lo que limita el flujo inmediato de inversión y responde también a esfuerzos por lograr una consolidación fiscal.
Acorde a los registros históricos de la SHCP, la inversión pública en infraestructura como proporción del Producto Interno Bruto (PIB) no supera el 4.5% desde 2014. En años recientes, esta cifra ha permanecido baja, situándose en 3.0% en 2024 y 2.8% en 2023. Analistas advierten que, pese a la posible aceleración de la inversión en los meses venideros—cuando los proyectos bajo licitación arranquen su ejecución—México mantiene un rezago estructural en este rubro. Esta situación adquiere especial relevancia ante eventos internacionales de gran escala como el Mundial, que suelen ser catalizadores para el desarrollo de infraestructura duradera en transporte, logística, turismo y servicios públicos.
La baja inversión en infraestructura pública ocurre en un contexto donde la economía mexicana muestra signos de desaceleración y enfrenta desafíos persistentes, como cuellos de botella logísticos y restricciones en el sector energético. Líderes de opinión como Oscar Ocampo, del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), advierten que esta tendencia limita el potencial de crecimiento del país y las oportunidades para capitalizar la atención mundial derivada del torneo.
A nivel local, entidades anfitrionas de partidos del Mundial, como Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara, se preparan para incrementar la recaudación de ingresos propios mediante impuestos y derechos. Sin embargo, especialistas señalan que estos esfuerzos difícilmente compensarán la merma de recursos federales destinados a obras públicas, mientras las necesidades de infraestructura y servicios tienden a incrementarse. Además, en años recientes se ha observado una caída en la inversión dirigida a rubros de recreación, cultura, transporte y turismo, lo que puede afectar la experiencia de los visitantes y la percepción internacional del país.
De cara al Mundial 2026, analistas y observadores coinciden en la importancia de reactivar la inversión en infraestructura para maximizar los beneficios económicos y sociales del evento. La construcción y modernización de redes de transporte, espacios públicos y servicios básicos no sólo mejora las capacidades de recepción y movilidad durante el torneo, sino que también impulsa el desarrollo regional y la calidad de vida a largo plazo.
En suma, la actual reducción en la inversión pública representa tanto un desafío como una oportunidad. Si bien el ciclo de transición gubernamental y las restricciones fiscales han limitado el gasto en infraestructura, el contexto internacional y las expectativas domésticas podrían facilitar una pronta recuperación, siempre y cuando se apueste por una planeación estratégica y sostenida en el sector. La decisión de capitalizar o dejar pasar esta coyuntura será clave para el futuro económico y social de México.