México refuerza defensa ante aranceles estadounidenses al acero y aluminio, apuesta por diálogo y fortalecimiento interno
El gobierno mexicano intensificó sus gestiones diplomáticas frente a Estados Unidos tras la reciente imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas de acero y aluminio. El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, encabezó la presentación de una serie de argumentos ante autoridades estadounidenses, buscando frenar o al menos limitar los nuevos gravámenes y preservar la integración industrial entre ambos países.
Entre los principales planteamientos de México destaca que Estados Unidos mantiene actualmente un superávit en el comercio bilateral de acero y aluminio. Según datos oficiales, las empresas estadounidenses venden más de estos metales a México de lo que importan, lo cual —señalan negociadores mexicanos— resta fundamento económico a la medida arancelaria, cuando tradicionalmente estos gravámenes buscan corregir déficits.
Adicionalmente, México subraya la falta de consistencia en el trato recibido en comparación con otros socios comerciales. Washington ha otorgado exenciones al Reino Unido de medidas análogas, por lo que el gobierno mexicano pide que se aplique el mismo criterio y transparencia, evitando así distorsiones y agravios en el contexto del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC).
Un tercer eje argumental señala las consecuencias potenciales a nivel laboral y productivo en ambos lados de la frontera. La industria del acero y el aluminio forma parte de cadenas de valor integradas a lo largo de América del Norte, por lo que los aranceles pueden impactar negativamente tanto a trabajadores mexicanos como estadounidenses, generando ineficiencias y mayores costos en la manufactura regional.
Mientras espera una respuesta de Washington en los próximos días, el gobierno mexicano también acelera el llamado “Plan México”, una estrategia orientada a fortalecer la economía nacional ante el nuevo entorno internacional. El programa incluye incentivos para elevar el contenido nacional en productos manufacturados y fomentar inversiones, especialmente en sectores estratégicos vinculados a cadenas globales de suministro.
En el contexto cambiario, el peso mexicano ha mostrado fortaleza frente al dólar, un factor que, según autoridades federales, refleja la confianza de los mercados hacia la economía nacional. No obstante, advierten que una moneda demasiado apreciada puede restar competitividad a las exportaciones, en un entorno donde los aranceles agregan presión adicional a los exportadores mexicanos.
De cara al futuro inmediato, México apuesta por el diálogo y la vía diplomática, confiando en que prevalezcan los argumentos técnicos y los lazos industriales sobre las presiones proteccionistas que suelen intensificarse en el ciclo político estadounidense. Al mismo tiempo, busca robustecer su economía a través de mayor integración regional y el desarrollo de capacidades internas, consciente de la creciente volatilidad e incertidumbre en el comercio global.
En resumen, la estrategia mexicana para enfrentar los nuevos aranceles estadounidenses al acero y aluminio combina acciones diplomáticas con un refuerzo de políticas industriales internas. El desenlace de esta coyuntura será clave para el sector manufacturero y el equilibrio comercial de México, mientras se recalcan los desafíos que enfrenta el país ante un escenario internacional cada vez más proteccionista y competitivo.