SAT supera meta de ingresos y refuerza controles contra contrabando y facturación simulada

La recaudación tributaria de México registró un desempeño por arriba de lo previsto entre enero y septiembre, al superar la meta en alrededor de 470,000 millones de pesos y ubicarse unos 542,000 millones por encima del mismo periodo del año previo, de acuerdo con cifras presentadas por autoridades hacendarias. El incremento fue impulsado, principalmente, por mayores ingresos asociados al comercio exterior y por acciones para combatir el contrabando y la evasión fiscal.
Hacienda detalló que cerca de 200,000 millones de pesos del incremento provienen de impuestos ligados a operaciones de importación y exportación. La mejora se atribuye a mayores controles aduaneros, procesos de verificación más estrictos, el uso intensivo de herramientas digitales y la coordinación entre el Servicio de Administración Tributaria (SAT) y la autoridad aduanera. Según los datos divulgados, el avance en la recaudación no obedeció a cambios en tasas o cuotas, sino a esfuerzos de fiscalización y cumplimiento.
El resultado se da en un contexto de moderación del crecimiento económico, con un PIB que ha perdido tracción frente al dinamismo observado tras la reapertura pospandemia. Aun con esa desaceleración, la recaudación acumulada habría alcanzado alrededor del 78% de la meta anual contemplada en la Ley de Ingresos de la Federación, lo que sugiere una base de contribuyentes más cumplida y una administración tributaria más efectiva.
De cara al próximo año, el SAT perfila endurecer la respuesta ante las empresas fachada que emiten comprobantes por operaciones simuladas (EFOS) y quienes los deducen (EDOS). Entre las medidas en discusión destacan plazos más cortos para que los contribuyentes acrediten la materialidad de sus operaciones, la cancelación o restricción temprana de sellos digitales de facturación cuando se detecten incumplimientos, y mayores controles en cadenas de suministro. Adicionalmente, se evalúan sanciones penales más severas para estructuras que, sin ser contribuyentes formales, afecten de manera sistemática al fisco, con respeto al derecho de audiencia y a las garantías procesales.
La ofensiva recaudatoria se apoya en la transición al CFDI 4.0, el complemento Carta Porte para el transporte de mercancías y esquemas de administración de riesgos en aduanas. Estas herramientas reducen espacios para la subvaluación, el contrabando técnico y la triangulación de operaciones. No obstante, el sector privado insiste en la necesidad de reglas claras y tiempos de respuesta predecibles para evitar afectaciones a empresas cumplidas, sobre todo en sectores intensivos en importaciones de insumos y bienes de capital.
En el frente macro, la inflación ha mostrado una tendencia de desaceleración respecto a los máximos de 2022–2023, mientras el banco central mantiene una postura prudente para consolidar la convergencia a la meta. El tipo de cambio relativamente estable y la fortaleza de las exportaciones manufactureras continúan apoyando la actividad, aunque la desaceleración en Estados Unidos y la normalización del ciclo de inversión introducen riesgos a la baja. En ese entorno, un desempeño sólido de los ingresos no petroleros contribuye a anclar la trayectoria fiscal.
El repunte de la recaudación también llega en un año de alta exigencia presupuestaria, con presiones asociadas a obras de infraestructura, programas sociales y el apoyo financiero a empresas públicas. Para 2025, el ajuste planeado en el déficit exigirá mayor eficiencia en el gasto y una recaudación que siga fortaleciéndose sin frenar la actividad productiva. El equilibrio entre fiscalización y facilitación del comercio será clave para no perder el impulso del nearshoring, que demanda aduanas ágiles y certidumbre regulatoria.
Para las empresas, el mensaje es claro: robustecer la documentación de sus operaciones, verificar a proveedores para evitar relacionarse con EFOS, y mantener controles internos que aseguren la materialidad de compras y servicios. En comercio exterior, la correcta clasificación arancelaria, la determinación de valor en aduana y la evidencia de origen cobran mayor relevancia. Fallas en estos frentes pueden derivar en ajustes de impuestos, multas o suspensión de sellos de facturación, con impactos inmediatos en el flujo operativo.
En síntesis, la combinación de controles aduaneros más estrictos y la ofensiva contra la facturación falsa explica buena parte del sobrecumplimiento en ingresos. De sostenerse, este enfoque podría apuntalar la consolidación fiscal prevista, siempre que se preserven el debido proceso, la claridad normativa y la facilitación del comercio para empresas cumplidas.