México afianza liderazgo como proveedor de bienes a EE.UU. en medio de tensiones comerciales globales
El panorama comercial entre Estados Unidos, China y México experimenta cambios significativos tras la intensificación de la guerra arancelaria impulsada por el expresidente Donald Trump desde 2018. Estas medidas han redefinido la estructura del comercio internacional, abriendo oportunidades para México que, en el último año, se consolidó como el principal socio comercial de la economía más grande del mundo, desplazando a China de la primera posición en las importaciones estadounidenses.
De acuerdo con datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos, entre enero y mayo de 2025, las importaciones estadounidenses de productos mexicanos alcanzaron 219,510 millones de dólares, superando con holgura a las provenientes de China, que sumaron 148,530 millones. La brecha entre ambos proveedores se incrementó notablemente, pasando de 42,473 millones de dólares en el mismo periodo de 2024 a 70,980 millones un año después. Actualmente, México aporta el 14.6% de las importaciones totales de Estados Unidos, mientras que la participación china descendió a 9.9%.
Estas cifras se explican en buena medida por el endurecimiento de los aranceles estadounidenses sobre los productos chinos, que han llegado hasta el 145% en algunos casos, aunque tras acuerdos recientes se han reducido al 55%. A pesar de esta moderación, la relación comercial se mantiene bajo una alta incertidumbre, con la posibilidad de nuevas rondas arancelarias si persisten las tensiones políticas. México, aunque sujeta a algunos aranceles específicos, opera bajo la protección del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), lo cual le otorga ventajas frente al vecino asiático. No obstante, algunos sectores, especialmente el siderúrgico, enfrentan gravámenes del 50% y están en constante negociación para mitigar ese impacto.
En este contexto, el impulso del nearshoring y la necesidad de Estados Unidos de diversificar su proveeduría contribuyen al robustecimiento de la economía mexicana. Firmas internacionales continúan desplazando procesos manufactureros hacia el territorio nacional, donde encuentran menores costos logísticos, acceso preferencial a mercados y una mano de obra cada vez más especializada. Estas condiciones han favorecido un incremento en el empleo formal, la captación de inversión extranjera directa y el desarrollo de cadenas de valor en sectores clave como automotriz, electrónico y maquinaria.
No obstante, el éxito exportador de México encierra desafíos importantes. Un análisis del Centro de Estudios China-México (Cechimex) de la UNAM, liderado por Enrique Dussel Peters, advierte que una porción considerable de las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos incorpora insumos, tecnología y componentes de origen chino. Según el estudio, el valor agregado chino en productos mexicanos exportados asciende al 7.5%, lo que revela la presencia estructural de Asia en las cadenas productivas que operan en el país.
Esta dinámica ha despertado inquietudes en Washington, ante la posibilidad de que México se convierta en una vía indirecta para el ingreso de productos chinos al mercado estadounidense. Empresas globales como General Motors, Ford e IBM ensamblan bienes en México utilizando piezas importadas desde Asia, favoreciendo la integración regional pero también complejizando el cumplimiento de las reglas de origen estipuladas en el T-MEC. Según la Secretaría de Economía, cerca del 70% de las importaciones mexicanas de insumos chinos son realizadas por firmas estadounidenses instaladas en México.
A futuro, este escenario plantea retos para la política comercial mexicana. El país deberá fortalecer sus capacidades industriales para elevar el contenido nacional en las exportaciones, reforzar la trazabilidad de las cadenas productivas y anticipar eventuales cambios en los acuerdos comerciales, especialmente si aumenta la presión de Estados Unidos hacia una relocalización más pronunciada de las manufacturas. México también enfrenta el reto de mejorar su infraestructura, agilizar trámites aduaneros y mantener estabilidad macroeconómica para seguir atrayendo inversión en el entorno global actual.
En síntesis, México se consolida como socio esencial en el comercio norteamericano, impulsado por las restricciones a China y por su integración bajo el T-MEC. Sin embargo, la complejidad de las cadenas de suministro globales y la creciente demanda de contenido local en las exportaciones mexicanas exigen atención estratégica continua para mantener la competitividad y aprovechar plenamente esta ventana de oportunidad.
El avance de México como líder exportador hacia Estados Unidos es resultado tanto de políticas internacionales como de su creciente capacidad manufacturera y de integración regional. Las próximos años serán clave para consolidar ese posicionamiento, enfrentar retos asociados al origen de los insumos y responder con adaptabilidad a los cambios en la dinámica comercial global.