Patrimonios altos en México privilegian la renta fija; piden mayor educación financiera y diversificación
Los inversionistas con altos patrimonios en México mantienen estrategias más conservadoras que sus pares en otros mercados, con una marcada preferencia por la renta fija y los bienes raíces, de acuerdo con hallazgos del reporte Wealth Pulse 2025 de la firma Invested. El estudio, basado en encuestas a personas con más de un millón de dólares en activos invertibles, sugiere que la brecha de educación financiera y la baja exposición a mercados de capitales han limitado el ritmo de crecimiento de su riqueza frente a estándares internacionales.
Durante 2022 y 2023, los rendimientos elevados de los instrumentos gubernamentales —como Cetes y bonos— favorecieron esta postura defensiva. Sin embargo, el ciclo de política monetaria cambió en 2024, cuando el Banco de México inició recortes graduales a la tasa de referencia. Aunque el nivel de tasas permanece restrictivo en términos históricos, los rendimientos de corto plazo han comenzado a moderarse, incrementando el riesgo de reinversión y abriendo el debate sobre la necesidad de mayor diversificación.
A nivel internacional, las carteras patrimoniales suelen distribuirse de forma más balanceada entre renta variable, renta fija y activos alternativos (como private equity, bienes raíces institucionales o hedge funds). En México, en cambio, prevalece la concentración en deuda tradicional e inmuebles. Esta inclinación responde, en parte, a una preferencia por activos tangibles y a la percepción de menor volatilidad, pero también a características estructurales del mercado local, como la profundidad limitada del mercado accionario, una baja rotación de emisoras y pocas colocaciones nuevas.
La Bolsa mexicana representa menos de 1% del valor del mercado accionario global, mientras que Estados Unidos concentra más de un tercio. Este tamaño relativo limita las opciones de exposición sectorial y la liquidez doméstica, factores que suelen desalentar la asignación a renta variable local por parte de inversionistas de alto patrimonio. La alternativa —invertir en mercados globales— introduce consideraciones de tipo de cambio y de custodia internacional que exigen asesoría especializada.
El fortalecimiento del peso observado en los últimos años también ha incidido en las decisiones de portafolio: para algunos inversionistas, la apreciación cambiaria ha pospuesto la cobertura de riesgos o la compra de activos en dólares; para otros, ha sido una ventana para internacionalizar patrimonio a precios relativos más favorables. En cualquier caso, el manejo del riesgo cambiario, la diversificación geográfica y la selección de vehículos eficientes siguen siendo piezas clave para la gestión patrimonial de largo plazo.
El estudio de Invested subraya otro rezago: cerca de ocho de cada diez encuestados no cuentan con un plan de sucesión formal. La ausencia de estructuras como fideicomisos patrimoniales, protocolos familiares y testamentos con disposiciones claras puede comprometer la continuidad de empresas familiares y la eficiencia fiscal entre generaciones. Para las instituciones financieras, este vacío representa una oportunidad para fortalecer servicios de asesoría integral que combinen inversión, planeación fiscal y gobierno corporativo.
El sector responde con una oferta en expansión. Banca privada y gestores de patrimonio —incluido el reciente relanzamiento de la banca privada de Scotiabank— buscan migrar portafolios hacia esquemas más diversificados que integren renta fija, capitales y algunos alternativos, atendiendo perfiles y tolerancias al riesgo. En paralelo, plataformas digitales y asesores independientes han impulsado el uso de ETFs y soluciones globales de bajo costo, aunque el acceso a alternativos sigue concentrado en inversionistas calificados y con horizontes de largo plazo debido a requisitos regulatorios y de liquidez.
El contexto macroeconómico plantea retos y oportunidades. La inflación ha mostrado una tendencia a la baja respecto a los máximos recientes, pero aún se ubica por encima del objetivo del banco central, lo que sugiere que la postura monetaria continuará siendo prudente. La normalización de tasas puede beneficiar la valuación de bonos de mayor duración, pero reducirá rendimientos de corto plazo. Al mismo tiempo, la expectativa de mayor inversión por relocalización de cadenas de suministro impulsa segmentos como parques industriales, logística y energía, ámbitos en los que los inversionistas patrimoniales han participado mediante Fibras, CKDs y vehículos privados, con riesgos propios de concentración sectorial y liquidez.
Para los patrimonios altos, la agenda inmediata pasa por tres frentes: elevar la educación financiera para entender el binomio riesgo–retorno más allá de la renta fija; profesionalizar la planeación patrimonial y sucesoria; e incorporar diversificación por activos, geografías y monedas con disciplina de rebalanceo y atención a costos y fiscalidad. La combinación de asesoría especializada y una arquitectura abierta de productos puede ayudar a cerrar la brecha frente a estándares internacionales.
En síntesis, el entorno de tasas en descenso, la menor profundidad del mercado accionario local y la falta de planes de sucesión exigen un giro hacia carteras más balanceadas y una asesoría integral. La diversificación, el manejo del riesgo cambiario y la profesionalización de la gestión serán determinantes para sostener el crecimiento del patrimonio en el mediano plazo.