Crece la tensión comercial: Estados Unidos eleva aranceles a productos mexicanos hasta 30%

La relación comercial entre México y Estados Unidos enfrenta un episodio de alta incertidumbre tras el anuncio de la Casa Blanca de incrementar los aranceles a ciertos productos mexicanos al 30%, una decisión que sorprendió a actores económicos y políticos en ambos lados de la frontera. A pesar de que previamente se especulaba sobre una posible reducción arancelaria hasta el 12%, la determinación adoptada por la administración estadounidense representa un brusco giro en la dinámica bilateral.
El gobierno del presidente Donald Trump justificó la medida, señalando que es "necesario" mantener presión sobre México en temas de seguridad y control del tráfico de fentanilo. Autoridades mexicanas, encabezadas por la presidenta Claudia Sheinbaum, calificaron la decisión como "injusta", subrayando el impacto potencial que podría tener sobre sectores clave como la manufactura y el agroindustrial, particularmente en las regiones norte y centro del país que dependen fuertemente de la exportación al mercado estadounidense.
El aumento arancelario, que entrará en vigor el 1 de agosto, añade una capa adicional de complejidad a la relación comercial de América del Norte. Si bien originalmente los productos que cumplían con las reglas de origen del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) estaban exentos de ciertos aranceles, la nueva orden establece criterios imprecisos respecto a las excepciones, generando incertidumbre sobre el alcance real de la medida. Se desconoce, por ejemplo, si las mercancías que cumplen con el T-MEC seguirán estando libres de arancel, situación que podría poner en desventaja a México frente a otros socios comerciales como Japón, Corea del Sur y Vietnam.
A este contexto se suma la existencia de aranceles previos sobre acero, aluminio, vehículos y autopartes, que recientemente también han sido incrementados. El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha mantenido negociaciones continuas en Washington en busca de una salida diplomática que permita evitar impactos drásticos sobre la economía mexicana. Sin embargo, la postura estadounidense va más allá del ámbito económico, ya que condiciona la reducción o eliminación de aranceles a una colaboración más estrecha en materia de seguridad fronteriza y combate al tráfico de drogas.
De acuerdo con el Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios de la UNAM, la implantación plena de aranceles de 30% podría detonar una caída de hasta 6.7% en el Producto Interno Bruto mexicano. El golpe al empleo sería inmediato, afectando especialmente a los sectores manufactureros orientados a la exportación, lo que podría empujar al país a escenarios de recesión y ralentizar el dinamismo que recientemente ha mostrado gracias al fenómeno nearshoring y la llegada de inversiones internacionales.
Mientras Estados Unidos reporta ingresos récord por recaudación aduanera —superando los 100,000 millones de dólares anuales, según el Tesoro estadounidense—, México se mantiene como su principal socio comercial. En este marco, la amenaza de aranceles funciona tanto como herramienta de presión política como mecanismo recaudatorio, evidenciando la interdependencia y vulnerabilidad del comercio regional.
El gobierno mexicano ha reiterado su compromiso de seguir negociando para proteger a las empresas y trabajadores nacionales, buscando evitar la entrada en vigor de los nuevos aranceles. Analistas consideran que, si bien aún existen márgenes para alcanzar un acuerdo antes del 1 de agosto, la incertidumbre podría frenar inversiones y agravar la volatilidad financiera. Para el sector privado mexicano, la diversificación de mercados y la aceleración de la integración regional aparecen como estrategias urgentes ante una coyuntura internacional cada vez más compleja.
En conclusión, el aumento de aranceles por parte de Estados Unidos representa un desafío significativo para la economía mexicana y resalta la fragilidad de la relación comercial entre ambos países. Las próximas semanas serán cruciales para definir el rumbo de la política económica y la respuesta diplomática de México ante este panorama incierto.