México endurece aranceles y acelera polos de desarrollo: protección selectiva con ajustes en el camino

05:55 12/09/2025 - PesoMXN.com
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El gobierno federal activó un paquete arancelario que eleva de 10% a 50% los impuestos a la importación en 1,463 fracciones arancelarias de sectores como automotriz, textil, siderúrgico y electrónico, con foco en mercancías de origen chino, como parte del llamado Plan México. La apuesta oficial es proteger empleo e industria local ante competencia considerada desleal, ganar tiempo para fortalecer cadenas productivas y, al mismo tiempo, dejar margen para ajustes técnicos conforme se identifiquen impactos no deseados.

La medida llega en un entorno global de “des‑riesgo” y políticas industriales más activas, con Estados Unidos y Europa elevando barreras a ciertos bienes estratégicos —en especial vehículos eléctricos y componentes— y con una relación económica entre Washington y Beijing marcada por tensiones que influyen en América del Norte. México, que en 2023 se consolidó como principal socio comercial de Estados Unidos y capta inversiones por el reacomodo de cadenas (nearshoring), busca calibrar su respuesta: priorizar su mayor mercado de exportación sin cerrar la puerta a la diversificación.

Desde la Secretaría de Economía se reconoce que el esquema arancelario no es definitivo. El enfoque, según funcionarios del área de fomento y crecimiento económico, es pragmático: implementar, monitorear y corregir. La promesa es mantener reglas claras y transparencias en las notificaciones, incluidas a contrapartes chinas, y ajustar cuando sectores no consultados inicialmente acrediten afectaciones. La prioridad, insisten, es resguardar empleos formales y darle certidumbre a los eslabones manufactureros locales.

En paralelo, avanzan los Polos de Desarrollo para el Bienestar, diseñados a la medida de cada región y con participación de gobiernos estatales. La intención es que no funcionen como enclaves aislados, sino que se integren a proveedores locales y generen empleo calificado. Ciudad Juárez perfila vocaciones en semiconductores y electromovilidad; Campeche busca diversificarse más allá del petróleo; y la Riviera Maya apunta a sustituir importaciones del turismo con oferta regional. Los plazos son de largo aliento: llenar parques industriales y consolidar proveedores tomará años.

Los posibles beneficios del arancelazo son claros para ramas intensivas en empleo —textiles, autopartes, metalmecánica— y para la recaudación, además de inducir contenido local. Pero los riesgos también pesan: mayores costos de insumos importados para pymes, presiones sobre precios al productor y, eventualmente, sobre el consumidor, así como eventuales cuellos de botella si no hay sustitutos nacionales suficientes. La arquitectura fina será clave: diferenciar entre insumos intermedios y bienes finales para no encarecer la producción doméstica.

El momento coincide con un ciclo de inversión vinculado al nearshoring en el norte y el Bajío, pero también con limitantes estructurales: disponibilidad y calidad de energía, agua en polos industriales, permisos y logística transfronteriza. Para que la protección temporal se traduzca en competitividad, se requerirán mejoras en infraestructura eléctrica, transporte y aduanas, además de programas de capacitación laboral y certificaciones que eleven productividad y estándares de calidad.

En el frente macro, el Banco de México mantiene una postura de cautela para consolidar la desinflación, y cualquier choque de costos asociado a aranceles podría complicar el panorama si se propaga a precios finales. En lo fiscal, la recaudación adicional por importaciones es positiva pero acotada; la clave estará en el multiplicador de inversión privada. Además, el calendario impone disciplina: en 2026 se revisa el T-MEC, y México procurará que su política industrial no detone controversias, evitando medidas que puedan interpretarse como discriminatorias o incompatibles con el acuerdo.

Hacia China, el margen de represalias directas es limitado por la balanza comercial, pero existen riesgos para exportadores específicos y para proyectos de inversión con capital asiático. Otro foco será la verificación de origen para prevenir triangulación de mercancías vía terceros países, un tema sensible en la frontera. La efectividad del plan dependerá tanto del diseño arancelario como de la capacidad de supervisión y de la rapidez para hacer “afinaciones” cuando sea necesario.

En síntesis, México apuesta por un escudo temporal para su planta productiva mientras intenta escalar posiciones en nuevas cadenas tecnológicas. El balance final dependerá de la ejecución: que la protección no se vuelva permanente, que se acompañe de infraestructura, energía y talento, y que la brújula se mantenga en la competitividad de largo plazo con reglas previsibles.

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