Gasto federal en transporte y turismo cae con fuerza rumbo al Mundial 2026; alertan rezagos en infraestructura urbana
El gasto federal destinado a las funciones de transporte y turismo registró descensos pronunciados en el periodo enero-agosto, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). En transporte, la contracción fue de 56.3%, la más marcada para un periodo comparable, mientras que turismo retrocedió 38%. Los recortes ocurren a menos de dos años de que México sea sede, junto con Estados Unidos y Canadá, de partidos de la Copa Mundial de Futbol 2026 en Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey.
De fondo, la caída refleja dos dinámicas que han marcado la transición sexenal: por un lado, el cierre de proyectos emblemáticos de infraestructura que concentraron recursos en los últimos tramos del gobierno anterior; por el otro, una pauta de consolidación fiscal que ha implicado ajustes en el gasto programable, particularmente en inversión, para sostener la estabilidad macro y encauzar el déficit a niveles más bajos. En la clasificación funcional del Presupuesto, “transporte” y “turismo” agrupan programas de inversión y operación en movilidad, conectividad y promoción turística, por lo que recortes en estas funciones tienden a traducirse en menores obras nuevas y mantenimiento diferido.
En el frente logístico, especialistas advierten que las sedes del Mundial enfrentarán ventanas de tiempo cada vez más estrechas para terminar obras clave. En la zona metropolitana del Valle de México, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) arrastra necesidades de mantenimiento y gestión de capacidad, mientras que el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) requiere fortalecer su conectividad terrestre para absorber más tráfico. En Guadalajara, la aceleración de proyectos de movilidad —como ampliaciones viales y el desarrollo de corredores de transporte masivo— será determinante; y en Monterrey, la expansión del metro y mejoras en arterias principales siguen en proceso de ejecución. Estos trabajos, por su naturaleza, demandan planeación anticipada, permisos y licitaciones que difícilmente se resuelven en pocas semanas.
El recorte en la función turismo también tiene implicaciones. Tras la eliminación del antiguo esquema de promoción turística federal, los estados y el sector privado han asumido mayor protagonismo en la atracción de visitantes. Con el Mundial, existe potencial para que la derrama no se limite a los estadios, sino que se extienda a destinos de playa, ciudades coloniales y rutas culturales. Sin embargo, sin condiciones adecuadas —capacidad hotelera suficiente, servicios urbanos, conectividad y promoción efectiva— la economía local podría desaprovechar parte del impulso, en especial los pequeños negocios de hospedaje, alimentos y esparcimiento.
El contexto macro acompaña estos retos. Si bien la inflación ha mostrado una tendencia a la baja respecto a los picos de 2022 y la economía sigue creciendo por encima de su promedio reciente, las tasas de interés continúan en niveles elevados en términos históricos, lo que encarece el financiamiento para proyectos. Además, la fortaleza del peso encarece a México para algunos viajeros que gastan en dólares, lo cual obliga a afinar la relación calidad-precio de la oferta turística. En paralelo, los gobiernos locales exploran esquemas de coinversión y colaboraciones público-privadas para cerrar brechas de infraestructura, aunque el entorno regulatorio y el calendario de ejecución son determinantes para que estos proyectos avancen a tiempo.
Hacia adelante, la clave estará en la ejecución del presupuesto de 2025 y en la capacidad de priorizar obras con impacto inmediato en movilidad y experiencia del visitante, sin descuidar el mantenimiento de activos críticos. La coordinación entre Federación, estados, municipios y sector privado será central para destrabar cuellos de botella en aeropuertos, transporte público, seguridad y servicios urbanos. En un evento de la escala del Mundial, la logística no solo define la satisfacción del aficionado, también condiciona el tamaño de la derrama económica y la imagen del país como destino.
En síntesis, la fuerte caída del gasto funcional en transporte y turismo prende focos amarillos a medida que se acerca 2026. La oportunidad de capitalizar el Mundial existe, pero el tiempo para asegurar obras y servicios clave es limitado. La priorización, la coordinación y la ejecución oportuna serán determinantes para convertir un evento deportivo en un verdadero catalizador económico.