México ante la tregua comercial entre Estados Unidos y China: oportunidades y desafíos para su economía

La reciente tregua arancelaria entre Estados Unidos y China, sellada el pasado 11 de junio, ha reconfigurado el panorama económico global y presenta a México un escenario de oportunidades estratégicas, pero también de crecientes desafíos. Para sectores empresariales y especialistas en relaciones económicas internacionales, México no solo es espectador, sino participante central en la reacomodación de las cadenas globales de valor.
De acuerdo con la Cámara de Comercio y Tecnología México-China, el nuevo entorno propicia la llegada de inversiones en industrias de alto valor como electromovilidad, semiconductores y la agroindustria avanzada. La tregua, aun en su etapa preliminar y sin un acuerdo legal definitivo, aporta mayor certidumbre a empresas globales, lo que favorece la planeación e implementación de proyectos de inversión en territorio mexicano.
China ha mostrado un renovado interés en fortalecer su relación con México, buscando impulsar una asociación estratégica integral con mayor cooperación tecnológica e inversiones directas. Tan solo en 2024, el comercio bilateral México-China superó los 139,000 millones de dólares, mientras que la inversión directa china ya rebasa los 2,700 millones de dólares, cifras que reflejan el dinamismo de la relación.
No obstante, el ajuste en los flujos comerciales puede poner a México frente a una competencia más intensa. Si la relajación de aranceles facilita un repunte de las exportaciones chinas a Estados Unidos, México deberá redoblar esfuerzos para mantener y fortalecer su atractivo como destino de inversiones y como socio estratégico en la región de Norteamérica. La clave estará en la transición hacia una economía de mayor valor agregado, innovación y encadenamientos productivos con impacto regional.
En 2023, México superó a China como el principal socio comercial de Estados Unidos, logrando una participación del 14.7% frente al 8.7% del gigante asiático. Sin embargo, especialistas advierten que este liderazgo es vulnerable si el país no acelera reformas regulatorias, mejora su infraestructura y apuesta por una estrategia industrial clara que trascienda el modelo de ensamblaje.
Las reglas de origen y los nuevos requisitos de trazabilidad impuestos por el T-MEC y la política industrial de Estados Unidos, especialmente en sectores como el automotriz y el de semiconductores, exigen un mayor contenido regional y transparencia en las cadenas de suministro. Ejemplo de ello es el caso de la integración de baterías, donde la procedencia china puede limitar el acceso a subsidios estadounidenses, aún si el ensamblaje se realiza en México.
En este contexto, la distensión entre Estados Unidos y China podría ser frágil. Expertos subrayan que, si bien la tregua puede aliviar temporalmente las presiones comerciales, las restricciones a sectores clave como tierras raras y tecnologías avanzadas podrían reimponerse rápidamente si cambian las condiciones geopolíticas. La dependencia de México respecto a Norteamérica (84% de sus exportaciones se destinan a Estados Unidos) y el peso creciente de China en las importaciones (alrededor del 20%) obligan a una redefinición estratégica de su política exterior y económica.
A futuro, México tendrá que generar una política industrial y comercial más integrada y robusta, que no solo aproveche su posición geográfica y los marcos de libre comercio, sino que fortalezca el desarrollo tecnológico y la productividad local para sostener su papel en las cadenas globales de valor.
En suma, la tregua comercial ente las dos potencias económicas mundiales abre una ventana de oportunidad para México, pero también expone la urgencia de avanzar en reformas estructurales y estrategias de largo plazo. El país se encuentra en una coyuntura crítica, donde las decisiones de política pública y la colaboración entre sectores serán fundamentales para definir su posición en el nuevo ajedrez geoeconómico.
Resumen: El escenario que se abre tras la tregua comercial entre Estados Unidos y China coloca a México en una posición de oportunidad, pero también de vulnerabilidad. Aprovechar este contexto exigirá reformas profundas, innovación y una estrategia clara que permita capitalizar la integración regional y la cooperación tecnológica, sin perder autonomía económica frente a las grandes potencias.