Crece la tensión comercial entre México y Estados Unidos por arancel al jitomate
La economía mexicana enfrenta una nueva fuente de presión a raíz de la inminente imposición de un arancel antidumping del 20.91% sobre las exportaciones de jitomate fresco hacia Estados Unidos. El plazo para alcanzar un acuerdo que evite esta medida vence el próximo 14 de julio, fecha en la que entrará en vigor el muro tarifario de no encontrarse alternativas diplomáticas o comerciales de último momento.
La situación se desencadenó tras el fin del Acuerdo de Suspensión del Tomate, en abril, por decisión del Departamento de Comercio estadounidense. Productores y legisladores de Florida, apoyados por la Florida Tomato Exchange (FTE), han presionado fuertemente para cancelar los acuerdos previos, argumentando que el mercado interno ha sido desplazado por las importaciones mexicanas a precios injustos. Actualmente, los productores estadounidenses aseguran haber perdido una cuota de mercado significativa, pasando del 80% al 30%, mientras que los mexicanos han incrementado sus envíos de jitomate fresco consistentemente durante los últimos años.
Los reclamos de dumping—la venta a precios por debajo del costo justo—fueron validados recientemente tanto por el Departamento de Comercio como por la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos. Diversos estados productores norteamericanos afirman enfrentar costos de producción mucho más altos que los mexicanos, lo que ha desembocado en la actual presión política y gremial para endurecer las medidas antidumping. Legisladores republicanos han manifestado que no ven margen para una renegociación y exigen la aplicación inmediata del arancel.
Por su parte, México busca prorrogar por 90 días la decisión para extender las negociaciones y contener las consecuencias para sus productores. Las asociaciones exportadoras mexicanas insisten en que la imposición del arancel afectará a miles de agricultores, principalmente en Sinaloa, Baja California y San Luis Potosí, estados que juntos representan una parte fundamental de la producción nacional de jitomate.
El jitomate es uno de los pilares del sector agroalimentario mexicano, con exportaciones cercanas a los 3,200 millones de dólares anuales. México abastece alrededor del 90% del jitomate fresco que se consume al norte de la frontera. Esta dependencia comercial implica que un alza en los costos de importación repercutirá en toda la cadena de suministro, desde productores e intermediarios hasta consumidores finales en Estados Unidos. De acuerdo con estimaciones del American Action Forum, se prevé que los precios aumenten hasta un 11%, afectando tanto a hogares como a servicios de alimentos y comercios detallistas en ambos países.
Un reemplazo total de la oferta mexicana en Estados Unidos requeriría expandir la superficie de cultivo doméstica en aproximadamente 250,000 acres, colocando en duda la viabilidad de un abastecimiento autárquico en el corto plazo. Este proceso supondría desviar recursos, transformar la infraestructura agrícola y asumir importantes riesgos logísticos, sin contar la presión adicional que representaría para el entorno de precios y abasto en el mercado estadounidense.
La imposición de barreras comerciales de este tipo podría sentar un precedente para otras exportaciones agroalimentarias mexicanas, en un momento donde el comercio bilateral no está exento de tensiones por temas agrícolas y manufactureros. De no encontrar una solución negociada, el jitomate podría convertirse en el primer eslabón de una cadena de fricciones más amplia que afecte la integración regional.
En resumen, el endurecimiento de la postura estadounidense hacia el jitomate mexicano representa un desafío para la integración económica regional y evidencia los riesgos de depender de un solo mercado para las exportaciones agroalimentarias de México. Con el 14 de julio como fecha límite, el resultado de las negociaciones será determinante para la estabilidad de los agricultores mexicanos y para la dinámica comercial de ambos países en el corto y mediano plazo.