Impulsa crecimiento en empleo de refinación, pero persisten retos financieros y estructurales
El sector de refinación de petróleo en México experimentó un repunte significativo en el empleo durante el último año, revirtiendo una tendencia a la baja que se mantenía desde 2018. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en abril de 2025 el personal ocupado en la fabricación de productos derivados del petróleo creció 9.7% anual, en contraste con la dinámica más estancada en el resto de la manufactura nacional. Este incremento ha venido acompañado de una mejora salarial, pues las remuneraciones medias del sector subieron en más de 4%, consolidando a la industria de refinación como la mejor pagada del ámbito industrial, con ingresos promedio cercanos a los 500 mil pesos anuales por trabajador.
El repunte en el empleo se asocia directamente con el aumento en la producción nacional de combustibles. En 2024, Petróleos Mexicanos (Pemex) logró incrementar la elaboración de gasolinas hasta niveles no observados desde 2016. Esto ha sido posible, en buena medida, gracias a la incorporación gradual de la refinería Olmeca en Dos Bocas y a la reactivación de complejos como Cadereyta y Tula, los cuales reportaron crecimientos productivos notables durante la primera mitad de 2025. Estas cifras reflejan el impulso gubernamental por fortalecer la capacidad nacional de refinación y reducir la dependencia de las importaciones de derivados del petróleo.
No obstante, expertos del sector energético advierten que la estrategia de priorizar la refinación —aun con altos costos y resultados financieros adversos— podría afectar la sostenibilidad de la industria en el largo plazo. A pesar del crecimiento operativo, Pemex Transformación Industrial acumuló pérdidas por más de 585 mil millones de pesos en 2024, lo que pone en tela de juicio la rentabilidad de continuar ampliando los procesos de refinación bajo el mismo modelo. En este contexto, especialistas señalan que actualmente resulta más rentable exportar crudo que procesarlo internamente, debido a los márgenes ajustados y a la estructura de costos existente.
Además, la producción nacional de petróleo crudo no ha cumplido con las expectativas oficiales; mientras que las metas fijaban una extracción diaria de 1.8 millones de barriles, Pemex apenas alcanzó los 1.6 millones, situación que limita la capacidad de carga completa de las refinerías, incluyendo Olmeca. Es relevante destacar que, a pesar de su reciente entrada en operaciones, esta planta apenas utilizó un tercio de su capacidad instalada en mayo de 2025.
Frente al desafío de sanear las finanzas, directivos y analistas apuntan a la necesidad de que Pemex implemente una reestructura más eficiente. Entre las posibles soluciones se encuentran adelgazar la estructura organizacional y deshacerse de activos no rentables como vías para reducir la deuda, en vez de transferir pasivos al gobierno federal. En ese tenor, en mayo de 2025 el consejo de administración de Pemex aprobó un plan de reorganización enfocado en eliminar duplicidades, racionalizar la plantilla administrativa y priorizar áreas operativas, con miras a ahorrar casi 4,800 millones de pesos entre 2025 y 2026.
Por su parte, la petrolera estatal ha restringido el ingreso de nuevo personal en puestos de confianza y aplicado esquemas de liquidación voluntaria —que afectan a menos del 1.4% de su base laboral permanente— en un intento por contener el gasto sin sacrificar la calidad de su capital humano. De acuerdo con especialistas, la alta especialización técnica de los ingenieros petroleros mexicanos representa un activo valioso, con posibilidades de reinserción tanto en el propio sector energético como en industrias como la petroquímica, en caso de que en el futuro el sistema nacional de refinación se reconfigure o se redimensione su escala.
El panorama para la refinación en México se vislumbra complejo. Si bien el aumento en la producción local y en el empleo puede percibirse como una señal positiva de recuperación industrial, los retos financieros y estructurales evidencian la necesidad de cambios estratégicos profundos. La sostenibilidad de la industria dependerá de su capacidad para adaptarse a un contexto energético global cada vez más competitivo y regulado, así como de su alineación con la dinámica de transición energética.
En suma, el sector de refinación mexicano ha mostrado señales alentadoras en empleo y producción, pero enfrenta el reto de equilibrar los objetivos de autosuficiencia energética con la urgencia de lograr rentabilidad y mayor eficiencia operativa. El futuro inmediato exigirá reformas estructurales y claridad en la política energética para que estos avances sean sostenibles y beneficiosos para el país.