Profesionales mexicanos en EU enfrentan rezagos salariales pese a su escolaridad; menor dinamismo y tipo de cambio presionan remesas
Los mexicanos con licenciatura o posgrado que residen y trabajan en Estados Unidos perciben, en promedio, salarios sensiblemente inferiores a los de otros grupos migrantes con niveles educativos equivalentes. De acuerdo con el Anuario de Migración y Remesas México 2025, elaborado por BBVA México y el Consejo Nacional de Población (Conapo), su ingreso promedio anual asciende a 71,000 dólares, cifra que se traduce en una brecha de hasta 38.3% frente a los asiáticos (115,000 dólares). La distancia también es notable respecto de europeos (107,000; +34%), africanos (87,000; +18%), sudamericanos (80,000; +11.3%) y caribeños (78,000; +9%).
El informe identifica además la inserción sectorial de la población mexicana en Estados Unidos: 60.8% se emplea en servicios, 33.7% en manufacturas y 5.5% en agricultura, proporción que es la más alta entre nacionalidades en ese rubro. Las remuneraciones promedio anuales estimadas son de 45,000 dólares en servicios, 48,000 dólares en el sector secundario y 33,000 dólares en actividades primarias, lo que refleja una concentración en ocupaciones de menor paga y con menor reconocimiento de credenciales profesionales.
La brecha salarial persiste aun con escolaridad avanzada y responde a múltiples factores: barreras para la convalidación de títulos y licencias, estancias migratorias con restricciones laborales, dominio del inglés, redes de entrada que canalizan a nichos ocupacionales específicos, y segmentación geográfica en mercados laborales de baja productividad. Estudios sobre integración de migrantes en EU muestran que la edad de llegada, el campo de estudio y la experiencia laboral previa influyen de manera determinante en la trayectoria salarial de largo plazo.
BBVA México anticipa para este año una caída superior a 5% en el flujo de remesas hacia México, explicada en buena medida por la desaceleración del empleo en Estados Unidos. Este ajuste contrasta con el desempeño de países como Guatemala, El Salvador, Honduras o Colombia, donde los envíos han mantenido crecimientos de doble dígito, según el mismo análisis. A ello se suma un factor cambiario: la apreciación del peso frente al dólar reduce el poder de compra en México de cada dólar remitido, aun si el monto en moneda estadounidense se mantiene estable.
Una moderación en las remesas tendría impactos heterogéneos. Estos recursos representan alrededor de 3.5%-4% del PIB y son un sostén clave del consumo en entidades con alta dependencia relativa, como Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Zacatecas. En dichas regiones, el flujo de remesas impulsa comercio minorista, construcción de vivienda y servicios locales. Un tropiezo podría trasladarse a menor dinamismo en ventas al menudeo y en la actividad de pequeñas y medianas empresas, especialmente en municipios rurales.
Al mismo tiempo, el mercado laboral mexicano ha mostrado señales mixtas. Por un lado, aumentos consecutivos al salario mínimo y la relocalización de cadenas (nearshoring) han elevado la demanda de mano de obra en manufactura y servicios vinculados a exportación, con creación de empleos formales en diversos polos del Bajío y la franja norte. Por otro, la informalidad persiste elevada y las brechas salariales internas siguen siendo amplias, lo que mantiene el incentivo a migrar para ciertos perfiles, en particular aquellos con redes familiares ya establecidas en Estados Unidos.
Hacia adelante, el desempeño de las remesas y la convergencia salarial de mexicanos calificados en EU dependerán del ciclo económico estadounidense, la evolución de la política monetaria de la Reserva Federal, el tipo de cambio peso-dólar y la composición de los nuevos flujos migratorios. Políticas que faciliten el reconocimiento de credenciales, el acceso a certificaciones, el aprendizaje del inglés y vías de regularización podrían mejorar la inserción en ocupaciones afines a la formación profesional. En México, profundizar la inclusión financiera de los hogares receptores —con productos de ahorro, seguro y crédito productivo— ayudaría a amortiguar choques y a canalizar remesas hacia inversión y capital humano.
En síntesis, los datos del Anuario apuntan a una brecha salarial persistente para profesionales mexicanos en EU y a un escenario de remesas más retador por menor dinamismo laboral y un peso fuerte. El impacto macro será acotado pero relevante a nivel regional. La clave estará en cómo evolucionen el ciclo estadounidense, el tipo de cambio y las estrategias de inserción laboral y financiera a ambos lados de la frontera.